ADOPTANDO TECNOLOGÍA (Ponencia en Nagusi Intelligence Center)
Cuando se habla de tecnología, el imaginario colectivo la asimila a dispositivos más o menos modernos, alineados con la transformación digital y el internet de las cosas. Cuando se habla del día a día, se piensa en la capacidad para realizar tareas cotidianas de la manera más autónoma posible. Estos son los dos conceptos sobre los que se abordan, en el área de la Silver Economy, las siguientes reflexiones.
EL PODER DE LA CONVENIENCIA.
La tecnología se usa cuando conviene. La crisis ha enseñado el enorme poder de la conveniencia para adoptar la tecnología en el día a día. De hecho, en los últimos meses se han adoptado de manera acelerada tecnologías “benignas” como las que permiten el trabajo en remoto o el voto electrónico, pero también otras tecnologías que hasta hace poco no se aceptaban, estilo Black Mirror, como un pasaporte electrónico para acceder a espacios y servicios antes universales, sistemas de reconocimiento biométrico para acceder a nuestros dispositivos e informaciones, y se han cedido derechos y privacidad como el derecho a veto a empresas tecnológicas al acceso a documentos propios, o permitir que compañías de seguros monitoricen la actividad física para adecuar sus pólizas.
Del diseño al uso. Además, las tecnologías se usan muchas veces para fines no previstos inicialmente porque “convienen”. En el área de la Silver Economy, como ejemplos, se tienen el uso de las cámaras de los móviles como lupas para facilitar la lectura, el whatsapp como canal de seguimiento y contacto social, los altavoces inteligentes como medio de acceso a internet por quienes no tienen competencias digitales, etc.
LA NUEVA CULTURA
Del tener al disponer. Hay una nueva generación asoma y pregunta ¿para qué tener si puedo disponer? Y disponerlo todo, ya, y en cualquier lugar. ¿Para qué tener si todo queda obsoleto, si acumular ata y cuesta dinero? ¿Para qué tener cosas que seguramente no use? Hoy, los dispositivos tecnológicos no se orientan tanto a acumular como a comunicar con la nube.
Pero aprender «lo digital» no es sencillo para una generación acostumbrada a fiarse de la memoria, a tomar apuntes, a la que despista que una misma función se pueda hacer de muchas maneras, y que cuando oye hablar de la nube mira al cielo. (Ver proyecto Mugikorra Nagusituz)
Hay un principio de indeterminación tecno-social. Cuanto más en detalle queremos analizar el impacto social de una tecnología en concreto, esta ya se nos ha “movido”, y es otra o diferente y menos se conoce dicho impacto. El enfoque para ver cómo está impactando la tecnología en nuestras vidas debe ser otro, no hay que buscar una certeza «concreta», sino que el observador debe ampliar su mira para estudiar el fenómeno.
Debe utilizarse un enfoque más antropológico, psicológico y social, que comprenda que lo que nos está cambiando es la vida en sí misma, y que las tecnologías no avanzan en desarrollos independientes, sino que interactúan entre ellas -ofreciendo combinaciones no previstas- y que se imbrican en la sociedad, y en la propia vida de las personas.
¿Nuevo conocimiento? Y todo va muy rápido, tan rápido que se escapa al análisis de los estudios de uso o impacto de las tecnologías. Hoy día, no se conocen con suficiente detalle cuál es la realidad en cuanto a las competencias, el uso de tecnologías de las personas mayores… y sus anhelos.
¿Tiene hoy día sentido preguntar si se dispone de un ordenador como indicador de digitalización? No. La evolución del tamaño de pantalla de los smartphone, la universalización del whatsapp y de las tarifas de datos dibujan un escenario muy diferente al de unos pocos años atrás, o incluso meses. Pero no se sabe con certeza cuánto de diferente es ese escenario, cuál es su impacto y qué nuevas posibilidades de uso se pueden abrir.
GANADORES Y PERDEDORES
Unicornios y bluffs. Los altavoces inteligentes se crean básicamente para vender otros productos. Pero su uso está siendo otro, y la ausencia de competencias y aprendizaje para relacionarse con internet, en cierto modo, está reduciendo la brecha digital de algunas personas. El propio concepto de smartphone ha tenido una evolución y un impacto que muy poca gente se esperaba. Muchas aplicaciones, algunas en principio muy modestas, han tenido y tienen un efecto y un uso impensable hace pocos años (twitter, whatsapp, tinder…). ¿Qué tecnologías van a tener un recorrido y un impacto mucho mayor del esperado? ¿Las ayudas a la conducción?
Hace poco estaba aceptando que acabaría habiendo una impresora 3D en las casas. Radar Covid ha fracasado. La realidad aumentada no despega. La domótica basada en infestación de sensores, orientada al control y monitorización… ¿será otro bluff?
El ciclo de la sobreexpectación. Se pueden hacer previsiones con mucha cautela sobre dónde se va a estar a medio plazo, y sobre todo hay que saber dónde se quiere estar. Pero hay que tener cintura para adaptarse (como individuos y como sociedad) a las no-previsiones a medio y largo plazo, como con; 1) tecnologías que no van a evolucionar como se esperaban, 2) tecnologías que sí van a evolucionar como se esperaban pero que no van a contar con aceptación social, 3) tecnologías que increíblemente no van a morir, y 4) tecnologías que surjan de las combinación e interrelación con otras tecnologías y avances científicos. Sobre todo estas últimas pueden dar lugar a disrupciones medibles en escala Richter en el mercado, en la forma de relación, o en cómo se interactúa con el entorno.
El ciclo de sobre-expectación cruza las tendencias tecnológicas y las expectativas que generan (forma parte del estudio Hype Cicle for Emerging Technologies de Gartner). Es sin duda una muy buena foto para recordar que ni se sabe ni se controla todo, y menos el futuro.
CLAVES PARA LA TECNOLOGÍA
Dignidad y anhelos. Cuando se habla de la economía del envejecimiento, se suele poner el acento en la primera parte -economía- y se soslaya lo profundo y complejo que es envejecer. No se enmarca el envejecimiento, y enmarcar, poner en contexto, es clave para conocer y para diseñar. Enmarcar es ir más allá de las grandes cifras y previsiones demográficas, enmarcar es comprender deseos, es compartir miedos… ¿Por qué la gente es reacia a ponerse un sonotone pero hace cola por unos ipods? (Ver Estudio Mayores y Conexión Social Digital)
Asequibilidad, accesibilidad, usabilidad (UX). Las causas que hacen que una persona tenga limitaciones en su actividad y no pueda participar en sociedad suelen ser varias, producto de la relación compleja de unos factores externos (el entorno y el sistema de valores), de unos factores internos (las capacidades de la persona) y de los apoyos con que se cuenta en un entorno inmediato. Este es un concepto básico para diseñar tecnología para el día a día de las personas mayores.
Desde la administración pública se impele a lo privado, empresas, asociaciones, ciudadanía, a la Transformación Digital. Ahora es el turno de las personas, también de las mayores, que ven que muchos de sus trámites han de hacerse vía internet. Y son trámites vitales, como los financieros, los fiscales, o los relacionados con la salud. Pero, ¿qué sucede con la falta de Competencias Digitales de muchas personas? Y, además, ¿qué sucede cuando el diseño de las aplicaciones no garantizan su comprensión o usabilidad? Las valoraciones de muchas apps que se impulsan desde lo público tienen valoraciones nefastas. No se logran los objetivos y se dificulta la Participación Social. ¿Se diseña desde la persona y para las personas? (Ver Estrategia y Plan Vasco de Accesibilidad Universal, que aborda las barreras mentales que hay y ofrece líneas de actuación).
Comunidad y Ecosistema. Es clave entender cómo se conoce y aprende tecnología en comunidad. Hay que hacer una identificación de soluciones tecnológicas y seleccionarlas para implementarlas en soluciones comunitarias y personales donde lo digital se convierta en natural.
Hay que generar oportunidades de desarrollo de productos y servicios, capacitación e innovación entre agentes tan diversos como entidades públicas, centros tecnológicos, asociaciones de personas usuarias, centros de formación, centros de apoyo al emprendizaje… (Ver proyectos Auzotu y Adinberri).
Compartir experiencias. Hay que contar con un lugar desde el que recoger información, aportar conocimiento y opinión cualificada sobre soluciones tecnológicas, y cómo aplicarlas a los retos sociales. Hay que conectar la vigilancia tecnológica y la vigilancia social que se hace desde ámbitos y entidades diversas. Hay también que generar opinión de valor en relación a retos sociales y convertir dichos retos en fuente de inspiración, responsabilidad social y oportunidad de mercado para quienes aplican y desarrollan tecnología. (Ver Begiztek).