Los tres tsunamis

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El tsunami tecnológico y digital se ha convertido en el gran definidor de la época actual, una época de cambios profundos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué cambios han sido esos? Las respuestas las encontramos tras entender que al tsunami tecnológico, en apenas diez años, le suceden otros dos: el tsunami cultural y el tsunami político.

 

1. TSUNAMI TECNOLÓGICO

Al principio, apareció una ola de tecnología en un formato, el digital, con un tamaño que casi nadie previó. Como máximo exponente tenía al smartphone, que en realidad no era una tecnología, sino tecnología de tecnologías que concentraba en un solo dispositivo desde geolocalizadores hasta giroscopios, desde altavoces hasta pantallas cada vez más grandes, desde conexión a internet hasta cámara de fotos y vídeo, desde acelerómetros hasta bombillas… y un sinfín de aplicaciones.

En paralelo, se produce el desarrollo de nuevos materiales (para la fabricación, para las baterías…), nuevas conectividades universales (wifi, 4G, 5G…), mejor hardware (velocidad, capacidad, miniaturización…) y nuevos dispositivos (smartwatches, tvs, altavoces inteligentes…).  

Esta amalgama de tecnologías y avances científico-tecnológicos alimentan y elevan el tsunami. Y su mezcla, la hibridación de unas tecnologías con otras, hace que las posibilidades de desarrollo sean no sólo enormes, sino impredecibles

Nadie previó el tsunami digital… y su evolución es impredecible.

 

2. TSUNAMI CULTURAL

Esta primera avalancha de tecnología trae consigo una nueva cultura, la digital, que está en todas partes (ubicua), que tiene el potencial de abrirse a todas las personas de todo el planeta, que prima el servicio y la experiencia sobre el objeto o la “cosa”,  y que afecta a todas las áreas del saber (transdisciplinar). Los equipos de varias disciplinas son, precisamente, el nuevo referente para innovar y desarrollar productos y servicios con sentido. En esta nueva cultura, tecnólogos, humanistas y las propias personas usuarias trabajan y piensan juntas para desarrollar y crear de manera eficaz. O sea, para desarrollar productos y servicios de manera inclusiva y competitiva, con sentido.

Esta nueva cultura toma cuerpo y, como consecuencia, ya no se habla de mera “digitalización” (incorporar sin más tecnología digital a lo que ya se hacía) sino que el nuevo mandamiento es la “transformación digital”. O sea, con ayuda de la tecnología, cambiar la forma de pensar, de cómo hacer las cosas, de cómo comunicar, de qué conseguir… No hay una auténtica transformación digital sin transformación cultural. 

En la transformación de verdad, tecnólogos, humanistas y las propias personas usuarias trabajan y piensan juntas.

 

3. TSUNAMI POLÍTICO

La transformación cultural tiene lugar en el momento en que confluyen dos revoluciones: la del conocimiento y la del trabajo, las mismas que en el siglo XIX crearon la sociedad moderna… y acabaron con la anterior y rehicieron sus instituciones.

Las instituciones coexisten con tecnologías que posibilitan una participación inmediata y directa por parte de cualquier persona, para cualquier tema, en cualquier lugar. Y la paradoja está en que muchas de estas instituciones y muchos de sus procedimientos se crean porque, precisamente, era imposible una participación como la que hoy permite la tecnología digital (a falta de consensuar sus reglas y sus límites).

Además, Internet, las redes sociales, su capacidad de segmentación y el comportamiento vírico de los memes (que propagan píldoras de opinión entre aquellos receptores más proclives a ellas) crean consensos, opiniones y desinformaciones de manera acelerada y probablemente descontrolada. Y, a través de la pertenencia a comunidades virtuales, también se crean nuevas identidades que van más allá de las que contempla el Estado-Nación.

Y todo esto sucediendo a velocidad de vértigo y de manera invisible para una inmensa mayoría de adultos que, ni conocen los canales usados por la gente joven, ni lo que se cuece en ellos.

¿Están las instituciones políticas preparadas para surfear este tsunami?

 

* Reflexión hecha al ser invitados por el máster «Gobernanza para el Desarrollo Urbano Sostenible» de la Universidad de Deusto (06/04/2022).

** Image by Stefan Keller from Pixabay