Sociología para la era digital
En el siglo XIX, confluyen dos revoluciones: la del conocimiento y la del trabajo. La revolución del conocimiento es desatada por la Ilustración y se cristaliza en una idea muy potente, el progreso. La revolución del trabajo, consecuencia de la industrialización, convierte las fábricas en los nuevos hogares. Esta confluencia le da la vuelta al mundo tal y como se conocía, a la forma de entender el Estado, la política, la economía, la religión, aparece la conciencia de clase y sus conflictos… el viejo mundo se rompe y se hace necesario construir otro, para lo que nace una nueva disciplina: la sociología. Que además es una disciplina científica porque implica métodos de investigación, el análisis de datos, y el examen de teorías a la luz de la evidencia y de la lógica. Al menos sobre el papel.
En la era digital están confluyendo las revoluciones del conocimiento y del trabajo, las mismas que crearon la sociedad moderna.
Hoy en la era digital están confluyendo, y de qué manera, revoluciones en el conocimiento y en el trabajo, como las que mataron un mundo y crearon otro. Se están produciendo cambios acelerados en el conocimiento tecno-científico que permite ver mejor y entender mejor el cosmos, descubrir partículas subatómicas, editar genomas, crear máquinas que hablan con máquinas y que toman decisiones y, además, trasladarlo todo al día a día de las personas.
Asimismo se producen cambios en el conocimiento en un plano más intelectual, con una modernidad que bajaba por el tobogán en forma líquida y ahora además es digital y lleva mascarilla. Hay cambios contradictorios y en diferentes capas, están los banales, con el culto a la imagen, al postureo y elevando a cátedra la colección semanal de memes; y están los cambios profundos, que tienen lugar en una nueva cultura, ubicua, transnacional, casi omnisciente, que produce una avalancha de datos que desborda la creación de conocimiento. Y todo ello conviviendo con comportamientos sociales primitivos. Comportamientos tribales que se dan, no solo en los grupos tradicionales, sino también en comunidades creadas al albur de lo digital, grupos sociales que, paradójicamente, son ajenos a otras realidades sociales por vivir en mundos propios -reales o virtuales-, donde se relacionan, comunican, generan sus consensos y crean su propia identidad.
La era digital también está provocando cambios en el trabajo. La era digital crea nuevas formas de entender el trabajo y de encajarlo con la realización personal, destruirá puestos y creará otros, y también abre el abanico de la precariedad. El trabajo en remoto tiene sus consecuencias, como una reducción de la identificación con la empresa o con la dirección, pero también con los compañeros, lo que supone la desaparición de una conciencia «trabajadora» que, al menos ideológicamente, sustenta el llamado diálogo social.
La aceleración de estos cambios agrandan brechas entre mayores y jóvenes, entre lo público y lo privado, en bloques geopolíticos, con las concentraciones de capital más desequilibrantes de la Historia. ¿Qué hay después de la siguiente curva? ¿Puede la sociología dar las repuestas para las que nació como disciplina?
Hoy, en la era del Big Data, utilizar la encuesta por sistema para conocer comportamientos o tendencias, se antoja como un vestigio de metodología anacrónica, convirtiendo al encuestador en una suerte de spam, presencial o telefónico. Hoy, en la era de las redes sociales, los estudios sociológicos intentan mostrarse e influir a través de páginas impresas que casi nadie lee. Hoy, en la era de las nuevas identidades, de la redefinición de clases sociales, los análisis políticos siguen basándose en los ejes y preceptos del siglo pasado. Hoy, en la era del internet de las cosas y de la tecnología comunitaria, lo tecnológico se sigue viendo como algo ajeno a lo social.
Se está creando un nuevo mundo y la sociología debe actualizarse para dar respuestas.
Se está creando un nuevo mundo, y para tratar de definir un nuevo progreso, la sociología ha de actualizarse incorporando nuevas metodologías, relacionándose de otra manera con los datos, entendiendo que la tecnología es también social, identificando las nuevas fuerzas económicas y sociales, y usando nuevas lógicas alineadas con la cultura digital.