Cerveza, accesibilidad y tecnología.
Estando en un bar un grupo de amigos, rondando todos los 50 tacos, nos pusimos un reto: a ver quién era capaz de leer la diminuta, muy diminuta letra de la etiqueta de uno de los botellines de cerveza que había sobre la mesa.
Nadie pudo, por más que alejáramos el botellín. Y lo alejábamos mucho. Brazo estirado a saco, cabeza hacia atrás, mirada entrecerrada. Una posición que tampoco favorece, ya sabéis.
El último de la ronda, asumiendo la realidad pero negando la fatalidad de su destino, echó mano del móvil y utilizó su cámara como lupa. 100% malta de cebada.
Sirva esta pequeña historieta para poder ver que:
1) Con la edad ganamos capacidades… y perdemos otras, tarde o temprano, todos.
2) Una tecnología que nació y fue diseñada para un fin, la podemos reorientar y darle el uso que nos convenga, incluso para hacernos más «capaces».
3) Que los que diseñan etiquetas no necesitan conocer ni los ingredientes ni las fechas de caducidad.
Son algunos de los aprendizajes que traté de trasladar en la Estrategia y el Plan Vasco de Accesibilidad Universal.